Por medio del Rosario con la comunidad de Ascot Vale he sentido que ha incrementado mi  Fe, siempre fui católico, pero he sido un católico tibio, con el Rosario he sentido un cambio personal en cuanto a que tengo más Fe, ha empezado a crecer mi parte espiritual, me ha motivado a sentir cada oración, antes lo oraba muy normal, repitiendo las oraciones y lo hacía porque otros lo decían, pero ahora quiero participar quiero leer en el rosario, quiero ser parte del Rosario lo que antes no tenía sentido para mí, hoy cobra un real sentido espiritual en mi vida...

Fue un cambio drástico entre Colombia y Australia con relación a la participación en la Eucaristía, allá más alegre, más dinámica, más participativa; aquí, más silenciosa, más callada, pero al estar más involucrados en la comunidad, comprendiendo lo que es realmente la eucaristía, ahora es diferente, todo esto  gracias al Padre José que nos ha guiado en este camino y usa la reflexión del evangelio para darnos a entender lo que realmente pasa en la eucaristía y cuál es el real significado de estar allí en la casa de Dios. La comunidad nos ha vinculado con grandes líderes como la señora Ana primera y su esposo Luis quienes con sus enseñanzas y al incluirnos en las actividades comprendimos que es estar con Dios y trabajar para Dios en beneficio de otros para así caminar hacia su presencia.</a>

Antes de empezar a tocar en la Eucaristía y en el grupo de oración, nosotros no estábamos tan cerca de Dios, una vez empezamos a tocar en la iglesia, frecuentar la Eucaristía, a estar más en contacto con Dios fue cuando nos encontramos realmente con él, me ha ayudado mucho con el colegio, a cambiar, a ser una mejor persona, con el futbol, porque yo antes no ofrecía mis actividades a Dios y ahora sí y me va mucho mejor. La oportunidad que la capellanía me ha dado atreves de la comunidad de Ascot Vale con la música en la eucaristía me ha ayudado a encontrar a Dios.

Desde que la comunidad de Ascot Vale nos abrió el espacio de tocar en la misa, me he sentido más cerca de Dios, antes me costaba trabajo quedarme quieto en el momento de la Eucaristía, concentrarme, pero ahora siento que atreves de la música y tocando para Dios yo me puedo comunicar mejor y entiendo que es lo que Dios quiere que yo haga, me ha ayudado a concentrarme, en el colegio,  a ser una mejor persona y a estar cada vez más cerca de Dios.

Mi experiencia en la comunidad ha sido a través de la música y también sirviendo en el altar para Dios como acolita, mi mama me invito al grupo de oración de Ascot Vale y de allí empezamos a tocar y cantar para Dios y más adelante la comunidad nos invitó por medio de Padre José a cantar en la Eucaristía, empecé a sentir la música como una manera de comunicarme con Dios, me ayuda a hablar con él, acercarme a él. Siendo acolita, sirviendo en el altar, Dios me ha hecho entender más de la Eucaristía, ahora entiendo que es Jesús vivo, no es simbólico, es su presencia real entre nosotros.

Desde el colegio Dios siempre me llamó para servirle por medio de la música. Lo hice algunas veces con amigos y mis cuñados, pero luego me ocupe en otros asuntos y lo dejé. Cuando llegué a Australia pensé en retomarlo, pero no había el espacio, no había quien lo hiciera, pero otra vez por el trabajo, el afán, no volví a pensarlo, cuando un día el padre José nos invitó a tocar en una misa y fue allí cuando el Señor me volvió a llamar. Eso es lo más bonito que me ha pasado con la comunidad de Ascot Vale, volver a tocar música para Dios, volver a retomar ese llamado que Dios me ha hecho desde siempre.

La capellanía me ha abierto sus puertas y ha acogido a mi familia dentro de la comunidad de Ascot Vale. Mi caminar empezó en un retiro espiritual con Fray Nelson Medina, luego la señora Ana Primera y su esposo Luis nos invitaron al grupo de oración y desde allí empezó lo que yo llamo un constante llamado de Dios a hacer su voluntad y servirle. Dios me ha dejado conocerlo y me he enamorado de el por medio de la música, una invitación que el Padre José nos hizo en compañía de mi hija. Hoy con mis hijos como acólitos y mi esposo como servidor hemos encontrado por fin la verdadera felicidad en Jesús.